Hola. Soy Silvia, la fundadora de la escuela de ELE online ProfeOlé y mentora de profesores de idiomas.
Me defino como una habladora nata, amante de la comunicación y apasionada de la pedagogía. Tras más de 12 años en el mundo ELE como profesora, actualmente acompaño a otros profesores como mentora. Estoy especializada en mentalidad empresarial y sigo alucinando con la capacidad de las personas para evolucionar y superarse.
Mi misión es ayudar a otros profesores en su emprendimiento para que consigan vivir BIEN enseñando, en todos los sentidos, y sin perder su esencia.
Si me quieres conocer un poco más, búscame en instagram como @profeole. Y si el tema de la mentalidad y el emprendimiento te gusta, te invito a mi webinar “Cómo facturar lo que mereces”. Aquí te dejo el este enlace https://mailchi.mp/125637b98073/vivir-ensenando-segunda-promocion
Enlace instagram : https://www.instagram.com/profeole/
Ya sé que estás harto de las frasecitas típicas, del optimismo exagerado y de la idea de confiar en el universo, pero lo identifiques o no, el miedo te frena en tu emprendimiento digital. Por eso, un poquito de paciencia, lee hasta el final y lo comprenderás todo.
Empezar con una definición de la palabra miedo algo así como: “La angustia ante un peligro real o imaginario”, me parece muy solemne para mi tono habitual. Utilizar frases bonitas de estas que lees en las tazas y que la gente se tatúa en inglés porque queda wonderful, tampoco me acaba de convencer. Así que, como me gusta más un refrán que “a un tonto un lápiz” y el tema de mentalidad y emprendimiento es mi ojito derecho, dame la mano (sí, lo sé, la tengo sudada, pero de eso te hablo luego).
¡Te llevo de paseo por el refranero español y frasecillas populares!
Lo que en el mundo de la mentalidad empresarial se conoce como el síndrome del impostor. Reconócelo, esto nos pasa a todos. Este síndrome nos hace sentir, como su nombre indica, como impostores, farsantes y deshonestos. Vemos tantísima gente en el mundo de la educación digital que pensamos que nosotros no estamos a la altura, no tenemos la experiencia suficiente o los conocimientos necesarios.
Creemos que no hay sitio para nosotros, que los grandes referentes ya lo dominan todo y que no tenemos nada más que añadir. Y tienes razón; seguramente del tema que vayas a hablar ya se ha hablado antes pero no lo has hecho tú, a tu manera. No necesitas saberlo todo para aportar algo a la persona que te ve y te escucha. Y las madres siempre tienen la razón, “Donde comen cinco comen seis”, hay sitio para todos.
Ahora en serio, si tienes un mensaje que dar al mundo, algo que transmitir, ¡hazlo!
Esta frase era muy larga y actualmente se la conoce como el miedo a exponerse.
La persona que siente este miedo se caracteriza por jugar al escondite, hacer el avestruz y su mantra es Tierra trágame.
Y sí, amigo mío, si quieres ayudar al mundo poniendo a su servicio todo lo que sabes, tienen que saber quién eres, quién hay detrás del proyecto y ver tu cara bonita.
Exponerse no es perder tu intimidad. ¿Tienes que hablar de tu vida? ¿Explicar qué comes, cuántas horas duermes y tu rutina mañanera? ¿Tu móvil o cámara te tienen que seguir a todas partes? ¿Necesitas códigos de promoción para ser lo más? No, no tiene por qué. Tú pones las reglas, no hagas lo que se tiene que hacer si no está alineado contigo. Si haces algo por obligación, y no por convicción, se notará y no funcionará.
Pero si quieres dedicarte a la educación y divulgación digital, el mundo tiene que saber que existes.
Así que dale al REC, grábate y publica (con tus normas, con tu tono). Pero no te grabes ya, ahora. Primero acaba de leer este artículo.
Evidentemente, nuestro miedo a las críticas no iba a faltar. Y a los queridos haters, a los que les enviamos besitos desde aquí, tampoco.
Las críticas no gustan a nadie. Las críticas constructivas, tampoco. La palabra crítica conlleva algo negativo, esto es así. Dame un consejo, cuéntame lo que a ti te sirve, comparte truquillos; desde la empatía todo es más llevadero. Quien comparte quiere ayudar, quien ataca pretende ofender.
Pero la realidad es la que es, y encontrarte con críticas, más o menos constructivas, es muy común. Dependiendo del día y de tu humor las llevarás peor o mejor, pero recuerda: “Lo que dice Pedro de Juan, habla más de Juan que de Pedro”.
Y qué me dices de los haters. Es el vecino borde, el amargado del bloque, el que critica a todo quisqui. Lo que pasa es que le han puesto el nombre en inglés, le han dado acceso a todas las redes sociales y se ha venido arriba. Un hater es lo que de toda la vida de Dios hemos dicho: “a ese no hay que echarle cuentas”, pues ya está. Nada más que añadir.
No dejes que el vecino amargado te arruine la tarde, habla con otro vecino que el bloque está lleno de gente maja.
La pesadilla del fracaso nos trae por la calle de la amargura. Cuando ponemos energía y entusiasmo en algo es lógico que queramos que funcione. Conseguir tu objetivo a la primera en poco tiempo y sin contratiempos es una utopía. Pero si estás en el mundo de la educación digital es porque, en el fondo, te va la marcha.
Mucho se habla del miedo al fracaso, pero existe el miedo al éxito y se esconde muy bien. Cuando somos muy perfeccionistas, cuando procrastinamos constantemente, pueden ser síntomas del miedo al éxito. Si fracaso, eso ya lo sabía, estaba preparado para que las cosas no salieran bien, pero ¿y si triunfo?, ¿y si mi vídeo se hace viral?, ¿y si me llegan los clientes o las colaboraciones a porrillo? Eso también causa vértigo, compañero.
El miedo es humano y nos sirve para protegernos de un peligro. Pero todos estos miedos que he comentado no son tigres hambrientos que te están esperando. Cuando el peligro no es real (según los estudios más del 90% de las veces) el miedo no nos protege, sino que nos inmoviliza y esto no nos interesa.
Reconocer todos estos miedos y clasificarlos es muy guay, pero ¿qué hacemos ahora?
Voy a compartir contigo una frase que leí una vez en un sobre de azúcar que, por cierto, igual me la tatúo en inglés:
Convéncete de que no hay peligro en ser uno más, en grabar videos, en publicar, en fracasar o en tener éxito. Y los haters que se vayan de paseo, un poquito de aire fresco les vendrá bien. Todo es cuestión de probar, ajustar y volver a empezar.
Voilà, aquí está todo lo que te quería contar. Espero que el paseíto haya sido ameno y el sudor de mi mano no te haya molestado. Cuando tengo miedo, sudo. Voy a volver a leer lo que he escrito a ver si soy capaz de publicar este artículo.
Sí, sí. “Consejos vendo y para mí no tengo”